Enero, 1941. Dos pilotos de la RAF, amigos de la infancia, son derribados mientras sobrevuelan suelo enemigo. Consiguen escapar subiendo a un tren que parte del frente oriental con soldados mentalmente enfermos. En uno de los vagones, encuentran a varios oficiales muertos. Sin vacilar, James y Bryan tiran a dos de ellos del tren y ocupan sus lugares, pensando en escapar en cuanto tengan una oportunidad. Así, llegan hasta la Casa del Alfabeto, un hospital psiquiátrico en el corazón de Alemania. Su única oportunidad de sobrevivir es simular que están locos, pero ¿serán capaces de hacerlo durante meses sin convertirse en auténticos perturbados? ¿Son los únicos del pabellón que están fingiendo?
OPINIÓN
Un libro bueno. Quizá la parte del libro donde están ingresados en el psiquiátrico se me ha hecho un poco larga, aunque no por ello he sentido menos pánico. La segunda parte del libro es muy normalita, hasta que James decide dejar de tomar sus pastillas. Me ha gustado mucho el cuestionamiento del perdón, pues por muy amigo que seas de alguien no tienes porqué perdonarlo todo. Es cierto que hay cosas en la vida que no se pueden perdonar, y esto ha sido lo que más me ha sorprendido de su desenlace, la capacidad (o la falta de ella) de perdonar al prójimo.
Vista: Las montañas nevadas de Friburgo, de noche.
Gusto: Las pastillas de cloro desechas en la boca.
Oído: Los sonidos lejanos de las sirenas del bombardeo.
Olfato: Orines, sudor, enfermedad.
Tacto: Las sabanas empapadas en sudor del lazareto.
Sabe a vino: Viñas del Vero Gran Vos Reserva 2003
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